Brian Wansink, autor del libro Mindless Eating. Why We Eat More Than We Think, doctorado en Stanford, profesor en la Universidad de Cornell y director del Cornell Food and Brand Lab, ha investigado el tema a fondo y su explicación es que las francesas prestan más atención a sensaciones internas, como la saciedad, y dan menos importancia a aspectos externos, como la cantidad de comida en el plato, que nos pueden llevar a comer en exceso. Pero, aunque lo que dice Wansink es cierto hay un elemento más que ha cobrado una gran importancia en los últimos años.
La revista científica Appetite, publicó en 1999 un estudio liderado por Paul Rozin, titulado Attitudes to food and the role of food in life: Comparisons of Flemish Belgium, France, Japan and the United States, que arroja mucha luz sobre el tema.
Paul Rozin estudió 4 culturas: belga, francesa, americana y japonesa. El objetivo era ver las diferentes percepciones de la comida en cada sociedad y su influencia en el bienestar y la salud. Descubrió que hay grandes diferencias en la forma en que la comida es vivida.
Hay culturas en las que la alimentación es algo estresante y en otras es algo placentero. Estás diferencias pueden afectar a la salud y la incidencia de las enfermedades cardiovasculares.
Según el estudio, la comida es fuente de bienestar y placer, pero también puede serlo de preocupación y estrés. Lo cierto es que ocupa gran parte de nuestro tiempo mental y del dinero que gastamos. Y la forma en que comemos puede afectar nuestra salud y longevidad.
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