El cerebro recompensa que comamos sintiendo placer al hacerlo. En algunos experimentos con ratas de laboratorio se les cortó la zona del cerebro asociada al placer al comer y las ratas morían de inanición porque no tenían estímulo para comer, no había la recompensa del placer para disfrutar el alimento.
La secuencia de este mecanismo de placer es la siguiente:
El primer bocado sabe maravillosamente bien. El segundo también sabe muy bien. El tercero está muy bueno. Los siguientes bocados van perdiendo el sabor y el placer en la comida disminuye.
A medida que comes, el alimento pierde el sabor, ya no sabe tan bien, hasta que finalmente es una pasta en la boca que no nos proporciona ningún placer. Esto significa que ya no necesitamos más energía y que podemos parar de comer.
Así que has descubierto que puedes notar la saciedad de dos maneras, por la sensación en el estómago que hemos descrito antes y porque el bolo alimenticio ya no tiene ningún sabor y masticas una pasta insípida.
Pero hay una tercera forma de sentir saciedad que tienen una minoría de personas. Están comiendo y llega un punto en el que perciben de forma intuitiva que ya tienen suficiente y paran de comer. Algo les dice que ya tienen bastante y dejan de comer.
La mayoría de las personas se comen todo lo que hay en el plato y éste es uno de los hábitos negativos que les han hecho engordar porque comen constantemente más de lo que su cuerpo necesita. Imagina a lo largo de los años, cuántos kilos de más has puesto en tu cuerpo por acabarte siempre lo que hay en el plato.
Ahora imagínate haciendo lo contrario, parando de comer cuando sientes saciedad. Si lo haces así, notarás que comes menos, bastante menos, puedes llegar a comer la mitad o menos y no pasa nada. Piensa que durante años has comido en exceso, más de lo que tu cuerpo necesitaba para funcionar óptimamente.
Cuando reconectas con la saciedad y paras de comer, resulta que comes menos, progresivamente, sin esfuerzo y además adelgazas de una forma natural, y saludable.
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